El riesgo de la inflación enquistada

¿Hasta dónde va a llegar la inflación en México y en el mundo?

Ojalá lo supiéramos. En realidad, nadie lo sabe.

Ayer, se dio a conocer que los precios al consumidor en Estados Unidos subieron 7.9 por ciento a tasa anual en febrero, aun antes de resentirse los principales impactos en los precios de la energía y los alimentos derivados de la invasión rusa a Ucrania.

Esto quiere decir que es probable que en marzo suba aún más.

Los niveles actuales no se habían visto en más de 40 años.

Esto quiere decir que más de una generación en Estados Unidos está viendo la inflación más elevada de toda su vida.

Pero lo peor del caso es que, a diferencia de procesos inflacionarios que observamos en el pasado, es probable que las medidas que puedan instrumentar los bancos centrales, elevando las tasas de interés o limitando el dinero en circulación, tengan poco efecto pues ahora se trata de una inflación de costos y no demanda.

Cuando es el exceso de demanda lo que produce la inflación, una política monetaria restrictiva la corrige. Hoy es otra la circunstancia.

La estadística nos muestra, además, que con frecuencia los ciclos alcistas de las tasas de interés han precedido a las recesiones y han traído consigo situaciones de inestabilidad en el sistema financiero global.

Si las expectativas inflacionarias se arraigan y se enquistan en la economía, además, el riesgo es que el lapso requerido para bajar la inflación se haga mucho más prolongado.

En México, sabemos por experiencia histórica que en los periodos en los que hay inflación elevada, además, se da un intenso proceso de redistribución regresiva del ingreso.

Hoy ya lo estamos viendo al observar que los precios de los alimentos son los que más aumentan. Y resulta que el peso relativo de éstos en la canasta de consumo de los sectores de menores ingresos es el más elevado para todos los estratos sociales.

Los procesos inflacionarios inciden en el crecimiento de la economía al generar condiciones de incertidumbre respecto al futuro de la economía y hacer más incierto el nivel de ingreso esperado por las inversiones.

Estos problemas que la inflación trae consigo se acentuarán en un contexto de bajo crecimiento o estancamiento de la economía, lo que está entre los escenarios más probables como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania y de la tendencia a la “desglobalización”, como fue calificada por Larry Fink, CEO de BlackRock.

En estas circunstancias, ¿qué márgenes de maniobra tiene México?

Estamos en una paradoja, ya que la conjunción de la pandemia y del nuevo arreglo político mundial que se está configurando tras la invasión a Ucrania, podría hacer de nuestro país un extraordinario destino para invertir, dada su cercanía a Estados Unidos y la existencia del TMEC.

Pero, pareciera que, con iniciativas como la reforma eléctrica, buscamos ahuyentar la inversión al generar condiciones de incertidumbre para quienes buscan instalar plantas productivas en México.

La expectativa de un menor crecimiento para este año; los altos precios de las gasolinas y el gas que importamos; la reducción de la plataforma de exportación de crudo; los incrementos en los precios de los alimentos; los mayores costos de la deuda pública que traerá consigo el alza de tasas, todo ello dibuja una situación económica por demás compleja para nuestro país en este año, el primero en el que ya no tendríamos efectos tan marcados de la pandemia.

¿Qué podrán hacer los negocios y las familias ante esta circunstancia? Será materia de un próximo comentario.