El sistema de salud en México no estaba listo (y sigue sin estarlo) para enfrentar el COVID-19 bullet

México publicó cifras devastadoras que muestran el impacto del COVID-19 en sus médicos y enfermeras, que paralizan un sistema de salud que ya está de rodillas. Dada la riqueza de la nación en relación con otros mercados emergentes, los datos son impactantes, pero no sorprendentes para aquellos de nosotros que vivimos aquí.

La atención médica está muy difamada en todo el mundo, especialmente ahora cuando los sistemas están siendo puestos a prueba como nunca antes. Al consultar con familiares y amigos en Nueva York, donde me crié, escuché historias de hacinamiento en los hospitales y ansiedad sobre lo que sucedería si alguien se enferma.

Pero en México va mucho más allá de eso. En el mejor de los casos, los hospitales carecen de equipos básicos, medicamentos y personal. Algunos ni siquiera tienen jabón. En los 15 años que he vivido aquí, he sido testigo de primera mano de cómo se ve un sistema de salud pública verdaderamente desmoronado. Es aterrador.

Mucho antes de que el nuevo coronavirus se esparciera por todo el mundo, Nina, la abuela de 84 años de mi esposo, pasó un mes en una unidad de cuidados intensivos en un hospital público de la Ciudad de México después de que sus pulmones se llenaron de agua. Quizás ella no habría sobrevivido, sin importar cuán apropiado sea su tratamiento, pero no había nada apropiado al respecto.

Después de que la intubaron y la engancharon a un ventilador, ella se despertaba y caía inconsciente. Cuando estaba completamente despierta, el dolor la sacudía. Los doctores dijeron que querían que su cuerpo se adaptara; una enfermera luego admitió que no tenían suficientes sedantes para mantenerla dormida.

Así que la familia tomó turnos para sentarse con ella, tratando de ayudarla cuando la sacudían los violentos espasmos. Cuando Nina necesitó una traqueotomía, tuvimos que rastrear el tubo en una tienda de suministros médicos y comprarlo nosotros mismos.

Cuando el hospital perdió el suministro eléctrico una tarde, los médicos le dieron una bomba manual a la hija de Nina, que permaneció sola durante tres horas empujando manualmente el aire hacia los pulmones de su madre.

Mi esposo la cuidaba casi todas las noches. Es lo que haces en México, donde la gente teme al hospital casi más que a la enfermedad. Descuídate por un momento y corres el riesgo de perder a un ser querido en un instante.

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