Entre Amigos:
¡Lo que uno se entera! ¡Ups!
Por Cuco Mora…
Tal vez usted, amable lector, ya se habrá enterado del affaire protagonizado entre el ilustre empresario turístico, Don Barbachano, y el múltiple demandado Ing. Rodolfo de Jesús (gracias) Rosas Moya. Resulta que, en un lapsus brutus, el hotelero le ofreció en compraventa nada menos que los hoteles “Mayaland y Lodges”, ambos enclavados en la zona arqueológica de Chichén Itzá, allá por el Oriente de la yucateca entidad.
Y aquí viene lo jugoso: más rápido que un correcaminos con prisa, el buen Inge Rosas le soltó al Barba la friolera de cinco millones de billetes verdes —vulgo, dólares—, firmándose de inmediato lo conducente para cerrar el resto del trato.
Hasta ese momento, todo pintaba de maravilla, pura miel sobre hojuelas. Peeero, como dice el refrán, “el que es cabrón, aunque lo disimule…” Y fue así que afloraron las uñas y malas mañas del profesionista, incumpliendo tiempos y compromisos económicos. Ante tal jugada sucia, Don Barbachano, guardián de la hospitalidad, no tuvo más remedio que cancelar el acuerdo.
El resto ya es historia ventilada en varios medios: Don Rodolfo, ni tardo ni perezoso, movió sus fichas en el tablero jurídico y, con la conocida política de “a río revuelto, ganancia de abogados”, fue a chismearle el asuntacho al gobernador yucateco Mauvilabebé. Éste, fiel al script, giró instrucciones a sus esbirros fiscalistas y a su guardia oficializada, quienes dieron el marrazo del desalojo e impusieron, a raja tabla, a “sus administradores”.
Pero como en toda novela de enredos, Barbachano Herrero, asesorado por crupieres gringos, subió el tono de la nota —así se le dice en las Cortes Internacionales— y no dudó en tocar las puertas de Palacio Nacional. Desde allí, lanzó la advertencia: o la inquilina de la cede presidencial metía las manos para enmendar el entuerto judicial que salpicaba al ahora senador Vila, o se las verían del cocol con Mr. Trump.
La venganza amarilla…
Y como las barajas siempre traen una carta bajo la manga, el drama superó hasta la “Flor Corrida” del pokar casinero de la polaca flaca —no eres tú, Claudia, plis. Resulta que al buen Fito Rosas ya le venía persiguiendo la sombra desde hace ayeres, luego de una jugada chueca en la organización del evento “Miss Universe”, que tendría lugar en Cantina Roo, la venta de unos terrenitos en la Isla de las Golondrinas (Cozumel), y otros bisnes dignos de manual de granujas.
Pero Rosas y Moya resultó más vivo que un gato pardo y, al final, dejó al “Trompetas” haciendo mil corajes, calándole la vesícula biliar, dejándole el pelo color sosquil y sembrando un odio a los mexicas que ni vela teníamos en ese entierro.
Se dice, se sabe y se comenta, que ha llegado la hora de ajustar cuentas. El güero, con la calma que da saberse acreedor, exigió a la Señora Chembal que enderezara el entuerto jurídico, pescara del cogote a los protagonistas del affaire, los pusiera bajo resguardo de la Guardia Nacional, devolviera las propiedades a sus legítimos dueños y sacara del escondite al Vilabebé.
Y colorín colorado… ¡Uff!
Federico Snap / Cuco Mora
Guión de Dahemont.
¡Salud y buen provecho!