Si vivimos con el Jesús en la boca, viendo cómo la impudicia se pasea burlona, pisoteando nuestra paciencia y nuestro pan.

La irresponsabilidad gubernamental nos arrastra,

como río de fango, hacia un abismo dantesco que nosotros mismos hemos permitido cavar.

Las migajas disfrazadas de “apoyos sociales” no son dádivas:son candados que cierran las cadenas invisibles que nos aprietan de la cabeza a los pies.

Se cancelaron estructuras que sostenían al país y hoy, en la orfandad del engaño, solo queda la nostalgia de lo que destruyeron.

¿Y entonces qué?

¿Gritar “¡Viva México, cabrones!”?

Ese grito se vuelve aire vacío,

sus pulmones son los de los parias: los pobres de ayer que hoy ni a pobres llegan.

La conjura de ideologías trasnochadas,mal llamadas progresistas,hiede en la sangre y en los cerebros,envenenando niños,madres,ancianos,indígenas, obreros, estudiantes…

Los 130 millones de mexicanos

que no le importamos un carajo

ni a morenos, ni a azules, ni a tricolores, ni a verdes, ni a ninguno de sus mercaderes.

Y aun así, en medio de este eco de rabia, queda la garganta:

queda el grito que no es fiesta,

sino memoria, sino advertencia,

sino llamado de guerra contra el olvido.

¡Viva México, carajo!

Pero viva en nosotros,

no en ellos.

—Cuco Mora/ F. Snap…

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