En un giro que hiela la sangre y revela la brutalidad de una realidad que supera a la ficción más cruda, la investigación del salvaje asesinato de Joel Lizandro, un joven yucateco de apenas 22 años, ha destapado la cloaca de un crimen que estremece por su precio miserable. Sergio “N”, el presunto sicario capturado, ha confesado con una frialdad que eriza la piel: “Sólo recibí 5 mil pesos por ejecutarlo”.
¡5,000 PESOS! El costo de un teléfono, de una noche en un restaurante, de unas vacaciones modestas. Ese fue el valor que una vida llena de sueños y futuro tuvo para sus verdugos. Una cifra irrisoria que grita la profunda deshumanización y la siniestra economía de la muerte que opera en las sombras de este paraíso turístico.
EL ESCENARIO DEL HORROR
Imagen mental: un parador turístico en Tulum, donde el aire debería oler a mar y a libertad. Pero el pasado 21 de mayo, el ambiente se impregnó de pólvora y terror. Ahí, abandonado y solo, yacía el cuerpo sin vida de Joel Lizandro. Su juventud, sus anhelos, fueron segados a balazos en la cabeza y el tórax. Un final fríamente calculado, una ejecución que conmocionó hasta los cimientos a la comunidad yucateca, que llora la partida de uno de los suyos.
LA CONFESIÓN QUE TODO LO CAMBIA
Tras una cacería humana implacable, agentes de la Fiscalía General de Quintana Roo cazaron a su presa en Cancún. Sergio “N” cayó. Y tras su captura, no hubo arrepentimiento, sino la lúgubre revelación de los detalles de un crimen perfectamente orquestado.
El móvil: un ajuste de cuentas en los bajos fondos de la ilegalidad. Pero el detalle que congela es otro: el sicario señaló con el dedo acusador a una mujer, la autora intelectual, la mente maestra que, desde las sombras, urdió el plan y puso el precio. Ella fue quien le tendió el arma del destino y quien, con desprecio absoluto, le entregó los 5,000 pesos manchados de sangre como pago por su macabro servicio.
LA CAZA CONTINÚA
Mientras Sergio “N” enfrenta la justicia humana, la verdadera cacería no ha terminado. Las autoridades ahora persiguen el rastro de La Mujer en la Sombra, la instigadora que compró y vendió la vida de un joven como si fuera una transacción cualquiera.
La captura del sicario es un rayo de luz en esta oscuridad, pero es solo el primer acto de una tragedia que aún no concluye. La indignación en Yucatán y Quintana Roo es un volcán a punto de erupcionar, exigiendo justicia para Joel.
¿Quién es esa mujer? ¿Qué odio o interés justifica un precio tan vil para una vida? La búsqueda de respuestas continúa, en una historia donde el valor de la vida ha sido reducido a una miserable y sangrienta limosna.
LA VIDA POR UNA MISERIA. LA JUSTICIA, NO TIENE PRECIO.— en Tekax.

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