VIERNES DE VEJENTUD.

El perdón:

Por: Pedro F. Rivas Gutiérrez

A punto de llegar a la meta descubrí que había mantenido la vista en el suelo durante gran parte del camino. Me perdí mucho del paisaje mientras me empeñaba en avanzar.

El paisaje de Dios, de la familia, de los amigos y los que, sin ser de una o de los otros, me tendieron la mano o me necesitaron, pero no los pude ver por estar pendiente del suelo.

Entonces quise regresar y descubrí que era imposible.

Duelen más las heridas de lo no hecho que las que pudieran causar las caídas. Lo mal hecho a veces tiene remedio, lo omitido, casi nunca.

Es difícil resarcir los daños y, las más de las veces, ni siquiera llega uno a conocerlos.

Pero también descubrí que el bálsamo del perdón cubre las heridas y las cicatriza.

Descubrí que Dios, familia, amigos, benefactores y necesitados, me habían perdonado por amor y sin imposición de penitencia.

Todos me han perdonado menos uno, yo. Cuando logre hacerlo estaré listo para la meta. ¿Me dará tiempo?

Dahemont/ PFRG

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