Las batas blancas ponen en jaque al presidente

Es noviembre de 1964 y está acabando el sexenio de Adolfo López Mateos; Díaz Ordaz está por tomar posesión, y los internos y residentes del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE deciden realizar un paro de labores porque les querían quitar su aguinaldo. Digamos que esta fue la gota que derramó el vaso, pues lo que exigían eran mejores condiciones de trabajo y tras nueve meses de movimiento, tres manifestaciones y varios paros doblaron al presidente Díaz Ordaz, ¡así como lo están leyendo!

Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. En aquellos años, como hoy, el gobierno no sólo no les daba las mejores condiciones para trabajar, sino que los amenazaban y perseguían si se atrevían a alzar la voz.

Doctores protestan por sus derechos.

Doctores protestan por sus derechos.Fotoarte Esmeralda ordaz

Contexto

El ISSSTE era una institución prácticamente nueva, pues fue fundado el 30 de diciembre de 1959 por López Mateos. Antes, cada secretaría tenía sus propios servicios de salud. El hospital 20 de Noviembre, donde comenzó este movimiento, fue inaugurado también por López Mateos, en 1961, y era ‘el’ hospital emblemático de los trabajadores al servicio del Estado: contaba con 600 camas, equipo moderno, una guardería infantil y un estacionamiento de cuatro niveles. Ahí trabajaban residentes (médicos que se están formando como especialistas) e internos (estudiantes de medicina, del quinto año). En aquel entonces les daban una beca, no era un salario, que era muy limitada y con pocas prestaciones sociales. Ah, los salarios en el sector eran muy dispares, quien pagaba más era el IMSS.

Comencemos…

La bronca arranca por el rumor de que les iban a quitar su aguinaldo (dos meses). Entonces una comitiva de residentes e internos compuesta entre otros por Guillermo Calderón Rodríguez, Abel Archundia García, Roberto Pedroza Montes de Oca, Fernando Herrera, Roberto Sepúlveda y Oralia León, fueron, el 26 de noviembre, a ver al director del hospital, el doctor José Ángel Gutiérrez, quien les confirmó la noticia, con el argumento de que eran becarios y no trabajadores de la institución, por lo que percibían becas, y no salarios. Acto seguido, tuvieron que ir con infinidad de directores y subdirectores hasta que llegaron con Xavier de la Riba, el subdirector médico, quien a pesar de haberles dado cita, los dejó plantados, por lo que decidieron realizar el primer paro a las 00:00 horas del 28 de noviembre. Ojo, no fue huelga, sino paro, pues decían que “huelga” sonaba muy feo para un movimiento de médicos.

Formaron entonces la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI).

Las represalias no se hicieron esperar: corrieron a 206 internos y residentes del 20 de Noviembre, entre quienes estaban Guillermo Calderón Rodríguez, Jorge Alberto López Curto y Nicanor Chávez Sánchez. Además de amenazarlos, les quitaron la comida, por lo que trataron de buscar apoyo con los periodistas, pero no encontraron reciprocidad alguna. Recuerden que aquellos tiempos, eran MUCHO más restrictivos que los actuales en términos de libertad de expresión.

Publicaron una carta abierta al Presidente con cinco demandas:

1.- Recontratación de todos los médicos despedidos.

2.- Aumento de las becas y su conversión en un contrato renovable

3.- Contratación preferencial de los antiguos residentes.

4.- Solución de estos problemas en todos los hospitales, y

5.- Mayor acceso a los estudios de posgrado.

El Presidente, lejos de escucharlos, los ignoró por lo que el problema se expandió a todo el país, involucrando a todo el gremio médico.

El primer hospital que se sumó al paro fue el hospital Colonia, que estaba en el Monumento a la Madre, le siguieron el hospital General y el Juárez. Para el 6 de diciembre, la AMMRI anunciaba que 23 hospitales de la ciudad y 20 de provincia se habían sumado al paro.

Esto, a pesar de que las amenazas provenientes de la Secretaría de Gobernación de Echeverría subían de tono por minuto.

Sin embargo, comenzó a ser un movimiento social muy importante, el primero de clases medias; los médicos eran, son, de clase media. Un movimiento de profesionistas, no de trabajadores u obreros. Además, se les unieron las enfermeras y, déjenme decirlo de esta manera, se hizo un mitote muy grande.

Concretaron tres manifestaciones, una tan larga que llenó la explanada del Monumento a la Revolución, toda Avenida Juárez hasta llegar al Zócalo, que también quedó repleto. La gente les aplaudía.

En los paros NUNCA dejaron de atender a los pacientes. Al final, antes del 1 de septiembre del 65, que ya era paro completo, si los pacientes estaban mal los veían, pero si no los mandaban al Centro Médico a que los atendieran en el IMSS, porque ahí los médicos de base no entraron al paro, sólo los residentes.

Además del reconocimiento universitario y mejores sueldos, el horario –era de 33 horas, querían fuera de 15–, nunca les ha importado pues entienden que son doctores. El problema era que no les daban uniformes, tampoco les daban bien de comer, y pedían que les dieran cuartos porque luego dormían nueve en tres camas.

Antes de su primer Informe presidencial, Díaz Ordaz les dio los aumentos y se recuerda que les dijo, yo con ustedes no quiero saber nada.

Si quieren leer más pueden buscar el libro La rebelión de las Batas Blancas.

Para realizar esta crónica entrevisté a tres doctores y recibí información de la comisión de prensa de la AMMRI.

De haberlos escuchado, la historia hubiera sido diferente.

Por: Lourdes Mendoza / El Financiero

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