Molinos de viento, forma y fondo

“–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza. –Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.

Imposible no recordar el pasaje más famoso de El Quijote cuando el presidente López Obrador se lamentaba de que los aerogeneradores de energía eólica “afean” el paisaje de la Rumorosa. Cuando ve en sus aspas no solo la fealdad de la modernidad, sino la perversidad y corrupción de los gobiernos anteriores en colusión con la iniciativa privada. Olvidó que esos generadores, esos molinos de viento, son los que dotan de electricidad a Mexicali y que esa (entre otras) es la energía renovable del futuro, mientras su gobierno sigue, como hace un siglo, aferrado al petróleo y al carbón.

Después de la declaración del presidente contra los generadores de energía eólica, realizada en Mexicali (donde ni remotamente echó para atrás la decisión de cancelar la planta cervecera y su inversión de mil 400 millones de dólares) ¿qué inversionista privado va a invertir en el país en medio de una recesión mundial provocada por una pandemia que no parece tener fin a la vista?

Lo grave no es el punto de vista estético del presidente, sino la falta de comprensión del momento que vivimos. Sus tiempos son otros, pertenecen al pasado, sus convicciones se quedan en él. No puede ser que cuando, finalmente, hace un video (no un mensaje a la nación en cadena nacional, tan mal utilizada con otros fines) anunciando la necesidad del confinamiento y la distancia, el presidente siga sin querer tomarse la temperatura, sin querer usar gel desinfectante, sin querer hacerse un estudio para saber si en medio de tanto viaje, gira y reunión no es positivo para el COVID 19 o utilice videos y espacios en medios y redes para atacar uno de los capítulos de inversión privada más importantes para el futuro de cualquier país.

Entiendo el dilema que soporta el Gobierno federal, al igual que la mayoría de los gobiernos del mundo, hoy en día: cómo combatir una epidemia que lo rebasa sin destrozar en el camino la economía. Entiendo también que, como han hecho otros gobiernos, no apueste todo a la paralización total de la economía, sino a un cierre parcial, sobre todo en un país donde millones viven, literalmente, al día. Entiendo, precisamente por eso, el interés de retrasar todo lo posible las medidas de confinamiento. Pero lo que no se puede entender es que el propio presidente boicotee los esfuerzos de su gobierno y sus funcionarios. Don Jesús Reyes Heroles insistía en la importancia de comprender que “en la política la forma es fondo”. Y cuando se descuidan tanto las formas al abordar los dos temas claves de la vida de hoy, que son la sanidad y la economía, el afectado es el país como un todo.

La gente no sabe qué medidas de distancia social tomar porque al dramatismo justificado que usa López Gatell en los últimos días se opone la despreocupación presidencial, incluso sobre su propia persona, pese a que ya hay dos gobernadores infectados que estuvieron en contacto con él en las últimas semanas, Omar Fayad y Adán Hernández. Los empresarios e inversionistas no saben a qué atenerse cuando el propio presidente (y no hablemos de esa catástrofe que tenemos como secretario de la Semarnat que dice estar en guerra contra las grandes corporaciones empresariales del mundo) identifican a inversionistas como corruptos e insensibles, cuando se cancelan inversiones o se las denuncia porque “afean” el paisaje (como si Dos Bocas fuera una réplica tabasqueña de un edificio de Gaudí). ¿Cómo descalificar las energías alternativas y renovables cuando el petróleo está por debajo de su precio de producción y cada vez más cerca de agotarse?, ¿cómo desestimar las inversiones privadas en un mundo en recesión?

Se podrá argumentar que son lapsus, que en realidad su gobierno sí quiere inversiones como sí quiere que la población se proteja ante la pandemia. Y sin duda hay funcionarios, muchos en su entorno, que están convencidos de ello y tratan de trabajar en consonancia. Pero cada declaración desafortunada, cada acto de insensibilidad, cada vez que la forma es vulnerada, nos deja más desconcertados, más indefensos ante una tempestad que ya nos tiene atrapados.

más información en: https://www.debate.com.mx/opinion/Jorge-Fernandez-Menendez-Razones-Molinos-de-viento-forma-y-fondo-20200329-0281.html

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